LABRANDO CON TIRO ANIMAL EN LA ALDEA DE PUY DE CINCA
Los agricultores jóvenes “de herencia”
No es, de ninguna manera, serio plantear un proceso de transición a la agroecología que no tenga como piezas clave a los jóvenes herederos de pequeñas haciendas agrícolas. Éstos son artífices y víctimas al mismo tiempo del último impulso de industrialización del campo. Artífices porque han puesto todas sus energías en la modernización de sus explotaciones invirtiendo mucho trabajo, audacia y dinero en un desarrollo que, aunque mejora los rendimientos inmediatos, les hace víctimas de un empobrecimiento de los suelos y presenta la explotación familiar como una movilización de capital hacia la necesidad creciente de los insumos, requiriendo un crecimiento exponencial y continuo para mantener el margen de beneficios.
Estos agricultores comprenden perfectamente su situación y son conscientes de los peligros para la fertilidad del suelo de las prácticas culturales que se ven obligados a realizar para mantener rentables sus explotaciones. La política de precios, los canales de distribución de su producción y el acceso a los insumos necesarios, quedan completamente fuera de su control.
La mayoría se sienten legítimamente orgullosos de haber sido capaces de adaptarse a los cambios que ha supuesto la industrialización del campo; pero se sienten impotentes para enfrentarse a las estrategias de la industria agroalimentaria actual. Unas personas que han demostrado su capacidad realizando la titánica transformación agrícola serían las más adecuadas para emprender una nueva revolución de las técnicas culturales hacia la agroecología.
Generalmente los agricultores de herencia siguen haciendo huertos para el consumo familiar pero utilizan sistemáticamente los fitosanitarios, herbicidas y tratamientos de los suelos con maquinaria, incluso maquinaria pesada si el huerto lo permite. Se piensa en el huerto como un entretenimiento para jubilados y una pérdida de tiempo muy poco rentable para dedicarle cuidados, dado que los ingresos familiares no dependen de estos cultivos. No obstante muchos siguen haciendo conservas de tomate y utilizan el congelador como forma de gestionar el excedente.
En general se acepta que la tendencia hacia la producción ecológica es el futuro pero casi nadie conoce los planteamientos de la agroecología como ciencia agronómica y menos aún sus planteamientos sociales y políticos. El concepto de seguridad alimentaria está muy integrado pero la soberanía alimentaria no parece viable a medio plazo a ninguno de los entrevistados.
Cualquier otra manera de cultivar, por necesaria que se vea para la sostenibilidad del agrosistema, sólo se contempla si permite mantener los márgenes de beneficio y en general, sin ayudas institucionales, prácticas más respetuosas con el medioambiente se observan con gran escepticismo.
Preguntados por la posibilidad de convertir las huertas de Secastilla en un espacio de experimentación para la reducción de insumos y prácticas agroecológicas, están abiertos siempre que no represente una dedicación mucho mayor de lo que consideran un trabajo que no compensa económicamente.
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